Quería esperar a ver el final de la liga ACB para acabar de completar esta impresión sobre el 'juego-carácter' de Erdogan en la reciente temporada. Quería ver a Tunceri en su primer año fuera de su Estambul para comparar un carácter y otro, para tener más referencias sobre como se comportan los turcos en situaciones límite. Efectivamente lo que me temía era cierto. Erdogan es un autentico 'juego-carácter'; es el perro del hortelano.
El carácter otomano no se distingue de cualquier otro carácter. Tiene sus peculiaridades pero no difiere de otros. Así que la personalidad de Serkan es suya, personal e intransferible. Él es así. Para lo bueno y para lo malo. Peker, Tunceri y Erdogan tienen distintas formas de reaccionar a situaciones semejantes. Peker se adapta al equipo se traga su orgullo (no siempre) y habla al final de la temporada. Tunceri siempre disponible también acepta su carácter secundario en pos del equipo. Serkan nunca podrá estar en un equipo que no le tenga en un pedestal.
Tras el campeonato de Europa que conseguía Turquía hace ya unos añitos la selección turca ha sido un torbellino de discusiones. La NBA se llevo a los Okur, Turkoglu y cía. No se si la envidia (una posibilidad que cada vez gana más enteros) o el carácter elitista de los NBAs hicieron que gente como Erdogan pusiera el grito en el cielo por el juego egoísta que desarrollaban sus compatriotas de la liga americana. Ese juego egoísta, esa falsa superioridad, esa poca implicación de la que se quejaba Serkan han sido los pilares de su juego este año en el Baskonia.
La llegada de Rakocevic (un balcánico entrenado por balcánicos) hizo que casi dede el principio Igor tuviera sistemas y jugadas que aprovechasen su tiro y su capacidad de penetración y salto. Serkan no lo vio con buenos ojos. El llevaba un año el el club y había ganado ya un título individual (aunque quería el MVP y por ello lo recogió con aquella cara). Serkan nunca entendió que la jerarquía de este equipo se gana cada año que no hay pluses por antigüedad. Rako ha sido un foco de atención muy importante este año.
Serkan necesita ese cañón de luz, quiere jugar los momentos calientes, tomar sus propias decisiones y que nadie las cuestione. Cuando esto no ocurre su altivez se viene abajo : ¿Por qué todo el mundo va contra mí?. Yo trabajo, soy productivo para el equipo, no rehuyo la pelota en los momentos calientes pero el entrenador sólo tiene ojos y aplausos para el 'otro'. ¡Qué injusto es este equipo!. Llegados a este punto Serkan se enfadó con el mundo, es aquí dónde ese carácter le mató. Empezó a jugar cabizbajo, a discutir las decisiones de sus compañeros, levantar la mano al entrenador y a romper los sistemas para tirársela en su propio beneficio (si entra bien y si no que me cambie. Total lo iba a hacer igual). El perro del hortelano, ni juega ni deja jugar.
Despúes de un tiempo así combinando más decepciones que alegrías Serkan se convence que la situación no puede ir más allá. Necesita apoyos. Tiene ya sus enemigos declarados. El serbio y el entrenador están en su contra. Hay que hacer un grupo opositor con un leitmotiv: los deseheredados contra las estrellas. Es hora de hablar, de sacar los trapos sucios. Serkan sabía que eso le podría salpicar incluso que podría ser fatal para el equipo. No le importó. En su día tomó ya la decisión. Con Serkan o contra Serkan. Debía marcharse.
La espoleta fue la Final a cuatro de Atenas. Ahí había mucho de que hablar. Su compatriota casi no jugaba. Los demás aleros firmaron una actuación catastrófica. El segundo base no existía. El entrenador la pifió. Todo esto era un campo de minas que ha aprovechado Serkan. Desde entonces el pelotón se convirtió en diferentes comandos itinerantes. Unos por aquí, otros por allá y los terceros bien lejos de los primeros. "Las estrellas son aquellos" llegó a decir.
Al César lo que es del César. No le voy a quitar su calidad. No quiero olvidar que es un gran tirador al que no le quema el balón. Es un jugador rápido que tiene visión de juego. Su fogosidad también por contra le da un plus de agresividad muy importante en ciertos momentos. Tiene coraje, arrestos, espíritu barriobajero y un juego de rachas que como te pille despistado te rompe un partido. Todo esto ha encandilado al público. Le adora. Aunque este año haya jugado con la cabeza baja el 90% de la temporada lo que con su 'juego-carácter' significa: temporada mediocre.
Serkan lo sabe. Y cuando acabó la semifinal para el Baskonia quiso despedirse de su público. Y lo hizo como a él le gusta. Tirando desde cualquier posición. Metiendo canastas inverosímiles desde su casa y siendo de los pocos que tiraba del carro al final del quinto contra al Barça (vamos se las chupó todas). Terminó despidiéndose de todo el pabellón con gestos claros y manifiestos. Fuera aseguro que su futuro estaba en el Real Madrid. ¿Verdad o mentira?. El carácter le puede. Ni come ni deja comer.
Tras el campeonato de Europa que conseguía Turquía hace ya unos añitos la selección turca ha sido un torbellino de discusiones. La NBA se llevo a los Okur, Turkoglu y cía. No se si la envidia (una posibilidad que cada vez gana más enteros) o el carácter elitista de los NBAs hicieron que gente como Erdogan pusiera el grito en el cielo por el juego egoísta que desarrollaban sus compatriotas de la liga americana. Ese juego egoísta, esa falsa superioridad, esa poca implicación de la que se quejaba Serkan han sido los pilares de su juego este año en el Baskonia.
La llegada de Rakocevic (un balcánico entrenado por balcánicos) hizo que casi dede el principio Igor tuviera sistemas y jugadas que aprovechasen su tiro y su capacidad de penetración y salto. Serkan no lo vio con buenos ojos. El llevaba un año el el club y había ganado ya un título individual (aunque quería el MVP y por ello lo recogió con aquella cara). Serkan nunca entendió que la jerarquía de este equipo se gana cada año que no hay pluses por antigüedad. Rako ha sido un foco de atención muy importante este año.
Serkan necesita ese cañón de luz, quiere jugar los momentos calientes, tomar sus propias decisiones y que nadie las cuestione. Cuando esto no ocurre su altivez se viene abajo : ¿Por qué todo el mundo va contra mí?. Yo trabajo, soy productivo para el equipo, no rehuyo la pelota en los momentos calientes pero el entrenador sólo tiene ojos y aplausos para el 'otro'. ¡Qué injusto es este equipo!. Llegados a este punto Serkan se enfadó con el mundo, es aquí dónde ese carácter le mató. Empezó a jugar cabizbajo, a discutir las decisiones de sus compañeros, levantar la mano al entrenador y a romper los sistemas para tirársela en su propio beneficio (si entra bien y si no que me cambie. Total lo iba a hacer igual). El perro del hortelano, ni juega ni deja jugar.
Despúes de un tiempo así combinando más decepciones que alegrías Serkan se convence que la situación no puede ir más allá. Necesita apoyos. Tiene ya sus enemigos declarados. El serbio y el entrenador están en su contra. Hay que hacer un grupo opositor con un leitmotiv: los deseheredados contra las estrellas. Es hora de hablar, de sacar los trapos sucios. Serkan sabía que eso le podría salpicar incluso que podría ser fatal para el equipo. No le importó. En su día tomó ya la decisión. Con Serkan o contra Serkan. Debía marcharse.
La espoleta fue la Final a cuatro de Atenas. Ahí había mucho de que hablar. Su compatriota casi no jugaba. Los demás aleros firmaron una actuación catastrófica. El segundo base no existía. El entrenador la pifió. Todo esto era un campo de minas que ha aprovechado Serkan. Desde entonces el pelotón se convirtió en diferentes comandos itinerantes. Unos por aquí, otros por allá y los terceros bien lejos de los primeros. "Las estrellas son aquellos" llegó a decir.
Al César lo que es del César. No le voy a quitar su calidad. No quiero olvidar que es un gran tirador al que no le quema el balón. Es un jugador rápido que tiene visión de juego. Su fogosidad también por contra le da un plus de agresividad muy importante en ciertos momentos. Tiene coraje, arrestos, espíritu barriobajero y un juego de rachas que como te pille despistado te rompe un partido. Todo esto ha encandilado al público. Le adora. Aunque este año haya jugado con la cabeza baja el 90% de la temporada lo que con su 'juego-carácter' significa: temporada mediocre.
Serkan lo sabe. Y cuando acabó la semifinal para el Baskonia quiso despedirse de su público. Y lo hizo como a él le gusta. Tirando desde cualquier posición. Metiendo canastas inverosímiles desde su casa y siendo de los pocos que tiraba del carro al final del quinto contra al Barça (vamos se las chupó todas). Terminó despidiéndose de todo el pabellón con gestos claros y manifiestos. Fuera aseguro que su futuro estaba en el Real Madrid. ¿Verdad o mentira?. El carácter le puede. Ni come ni deja comer.