Serkan Erdogan nunca habría salido de Turquía si la NBA no se hubiera girado hacia Europa. Éste hubiera sido un escolta de montón, con buena mano sí, pero que brillaría uno de cada cinco partidos dada su condición física (débil) y mental (ofuscada). Sin embargo, el turco y sus agentes ha aprovechado económicamente (que no deportivamente) el goteo incesante de jugadores con destino Norteamérica. Okur y Turkoglu fueron los primeros compatriotas tras Kutluay en abandonar la madre patria oriental. Tres nombres a los que se unió Serkan Erdogan del Ulker de Estambul.
Erdogan llevaba dos temporadas (especialmente la última de ellas) anotando con regularidad en su equipo. La razón para el aumento de tiros estaba en que las defensas eran mucho más débiles. Los aleros más fuertes y mejores cruzaban el charco y eran sustituidos por jugadores jóvenes de gran futuro pero bisoños. En este contexto Macijauskas firmó su contrato con la NBA y había que buscar sustituto para el rubio en el Baskonia. Fue así cómo Erdogan, que nunca debió salir de allí, se convirtió en el primer turco que llegaba a la ACB. A su llegada las crónicas comparaban a los dos escoltas. En ellas se señalaba que Serkan era un buen tirador pero inferior a Macijauskas que por contra se aplicaba mejor en tareas defensivas.
El tiempo ha demostrado que aquello que se decía a su llegada era cierto (sólo en parte) pero nadie nos habló de la soberbia, de la nula capacidad autocrítica y del integrismo en muchos casos del turco. Erdogan ha fracasado estrepitosamente. No ha sabido tener una línea más o menos regular en su equipo. No ha sabido entender a sus compañeros (pregúntenle a Ukic y a Rakocevic). No se ha adaptado a Europa. No ha conseguido trofeos individuales salvo el del ¿jugador más seguro?. No ha llevado a su equipo a una victoria de prestigio. Ni siquiera ha conseguido adaptar a otro compatriota como ha sido Kaya Peker.
Al llegar se le llenó la boca de que su prioridad era el equipo. Fracasó y mintió. Su única prioridad era destacar en la prensa de su país. Su intención era demostrar allí, que no aquí, su capacidad anotadora en la liga ACB. Su objetivo estaba en ser un glora nacional en el deporte. Okur y Turkoglu renunciaron a la selección por conflictos internos en los que ¡coincidencia! Estaba involucrado Erdogan. Si éstos no acudían on la nacional ¿quién concentraba el sentimiento nacional turco del triunfo en occidente? Serkan Erdogan. Así, si el balón no pasaba por sus manos el turco realizaba públicos desplantes en la cancha. Ukic, Vidal, House y que vamos a hablar de Rakocevic han sufrido las pataletas de este turco mimado.
¡Si fueran sólo pataletas! Rompía los sistemas para tirar, quería estar por encima de sus compañeros en el puesto (Rako) e intentaba intimidar a los entrenadores utilizando a su gran aliado, el público. Aquí si ha triunfado. En el Buesa la mayoría de los espectadores le aplaudían y le cantaban. Supongo que sería por verle tan pequeño y débil sobre la cancha y esa tendencia humana a apoyar al más endeble . Le pasaron todo. Las caras en el banco cuando era sustituido, las manos levantadas contra un compañero o incluso la vergonzosa despedida en el ultimo partido de liga frente al Barcelona con bandera turca en la mano y saludando cual estrella del pop al terminar el encuentro.
Serkan ha fracasado y en verdad es un alivio que hay encontrado alguien que le aguante. A pesar de todo hay algo que no cambiará. Erdogan seguirá enfrentado al mundo. Se va al máximo rival de su anterior equipo. No le acogerán con los brazos abiertos. En su cancha, la del Ulker, tampoco. Aunque incomprensiblemente siempre le quedara Vitoria.