lunes, 5 de mayo de 2008

El día de la marmota

Tengo la sensación de estar atrapado en el tiempo. Este sentimiento va más allá de un 'déjà vu'. No sé si conocéis la película 'Atrapado en el tiempo'. Los que la hayáis visto sabéis a lo que me refiero. Para los que no la conozcan, trata de un tipo bastante egocéntrico al que le envían a cubrir un pequeño evento costumbrista americano. De mala gana lo hace pero tiene un pequeño problema: no puede dejar de vivir una y otra vez el mismo día. No importa lo que hiciera, el bien, el mal, intenta suicidarse, aprende a tocar el piano, a esculpir hielo, a conocer a las gentes del pueblo... pero todo da igual al día siguiente, cuando suena el despertador, de nuevo es el p*** día de la marmota.

Pues ahora creo estar viviendo esa pesadilla de Bill Murray. Después de cuatro año consecutivos llegando a la Final Four todo vuelve a empezar y terminar de la misma manera. Tanto en Moscu 05, como en Praga 06, Atenas 07 o Madrid 2008 la secuencia de los hechos ha sido prácticamente idéntica. Nuestro día de la marmota comienza con una fase regular de la Euroliga más o menos fuerte (que se pasa con tranquilidad) para seguir en un Top 16 relativamente tranquilo. De ahí unos partidos impresionantes, buenísimos, en los que se dejaba en la cuneta a rivales cómo Bennetton, Panathinaikos, Olympiakos y Partizan que nos hacían albergar ciertas esperanzas.

Con la ilusión intacta, acudíamos a las citas como 'underdogs' no- favoritos. Pero en todas y cada una de ellas siempre había uno sino dos equipos que parecían inalcanzables y con equipos fuera de serie. El Maccabi del primer año, el propio equipo israelí y el cska del segundo, el Pao en el tercero y de nuevo el equipo del ejército rojo en la cita madrileña. (Todo esto me vale para el playoff frente a la Kinder). Y oiga nunca dábamos ese paso adelante. El trofeo se lo quedaban otros.

Nos decían que el deporte es impredecible, que no siempre ganan los mejores. ¡Ja! De las cinco que hemos jugado siempre han ganado los favoritos. No hay tu tía.

Nos pasó en Moscú. Despertamos en Praga y nos volvió a pasar lo mismo. Para entonces se nos habían ido jugadores y habíamos cambiado de entrenador. El despertador sonó con la misma música en Atenas y decidimos cambiar de técnico a última hora y en Madrid, con otros mimbres, nos dimos cuenta de que el Baskonia vive el mismo día una y otra vez. No importa lo que hagamos que, cuando suena la bocina de fin del partido, de nuevo es el p*** día de la marmota. Y eso nos convierte en un club que marcará con el tiempo una era en el baloncesto europeo pero nuestra dinastía tendrá en el escudo de armas una P de perdedor. Vamos que podíamos parodiar el anuncio de coches aquel tan famoso. Aquél abuelete en cierto pueblo recóndito y olvidado preguntando al joven conductor: ¿Y el Tau qué, otra vez palmando en la Final Four?

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